Cofradías

Así fue el Sábado Santo: Santa Marta y la Mortaja cerraron la Semana Santa con un guiño de esperanza

  • Las hermandades del Santo Entierro y la Sacramental de Santiago decidieron no hacer la estación de penitencia

  • Destacó el buen sonido de la Banda del Rosario de Cádiz tras el paso del Traslado al Sepulcro

El misterio del traslado al Sepulcro, de la hermandad de Santa Marta, por carrera oficial.

El misterio del traslado al Sepulcro, de la hermandad de Santa Marta, por carrera oficial. / Manuel Aranda

Pasaban veinte minutos de las cinco de la tarde y sonó la Banda del Rosario de Cádiz en la plaza de San Mateo. La hermandad de Santa Marta en la tarde del Sábado Santo ya era un hecho. Eso sí, tuvo que retrasar una hora su salida que estaba prevista a las dieciséis horas. La mañana, en la ciudad, había estado pasada por agua en abundancia. Mucha lluvia que hacía presagiar lo peor. Sin embargo, a esa misma hora que el Rosario de Cádiz interpretaba ‘Requiém’ de Bienvenido Puelles, llegaba también la noticia de la salida de la Sagrada Mortaja desde Capuchinos. Con veinticinco minutos de retraso y por el mismo camino previsto hasta la carrera oficial.

Antes de que sucediera todo lo narrado, a las 16.15 horas, la hermandad del Santo Entierro decidía no salir a las calles en la jornada del Sábado Santo. Lo mismo ocurría diez minutos más tarde con la Sacramental de Santiago que también declinaba hacer su estación de penitencia y se quedaba en su templo. Hasta la 20.30 horas era posible poder ir a visitar los pasos de estas dos cofradías.

Después de una Semana Santa muy pasada por agua, el hecho de ver a una cofradía en las calles era todo un consuelo para los cofrades. La cofradía de San Mateo, recibía tras una necesaria restauración, la imagen de la Virgen de Penas y Lágrimas. Concretamente salía el Miércoles Santo del taller de Miguel Ángel Caballero. Imagen que iba perfectamente en este misterio que brillaba por el reflejo del sol imperante en San Mateo a esa hora de la tarde. Un paso que vino hace años desde Sevilla y que fue adquirido a la hermandad de San Benito en 1966. Un misterio portentoso y que la hermandad decidió vender tras el desborde del Tamarguillo en Sevilla y que propició que entrara agua en el local donde se guardaba. Una joya de canasto que estos cofrades no deben nunca de abandonar.

La Virgen del Patrocino recibía, mientras todavía estaba en la capilla, el primer regalo musical: la marcha ‘Oremos’ de Ricardo Dorado. Interpretada por la banda ‘Nuestra Señora del Rosario’ de El Cuervo. Y así fue tomando la primera ‘revirá’ en la plaza de Santa Mateo para ir buscando la plaza del Mercado.

Santa Marta, por tanto, se estrenó en esta jornada al haber una tregua en las malas condiciones meteorológicas que durarían unas horas y que fue argumento suficiente para que la junta de gobierno decidiera salir y hacer su estación de penitencia en la Catedral de Jerez.

El misterio de la Mortaja, saliendo de Capuchinos. El misterio de la Mortaja, saliendo de Capuchinos.

El misterio de la Mortaja, saliendo de Capuchinos. / Manuel Aranda

La otra cofradía en salir a las calles fue la Sagrada Mortaja que lo haría con veinticinco minutos de retraso con respecto con su horario normal. A las seis menos cuarto, la Sagrada Mortaja salía desde el convento de Divina Pastora de los Capuchinos. Cofradía de negro con su clásico muñidor vestido con levita y llamando a los devotos y hermanos a salir para ver la cofradía en la calle. Minutos más tarde, las voces del Orfeón ‘Virgen de la Escalera’ de Rota, ofrecían su canto al portentoso paso de misterio donde Cristo es amortajado.

El paso del Santo Entierro, en el interior de la Capilla del Calvario. El paso del Santo Entierro, en el interior de la Capilla del Calvario.

El paso del Santo Entierro, en el interior de la Capilla del Calvario. / Manuel Aranda

En definitiva, el broche final de la Semana Santa tuvo una nota optimista. Hubo, de las cuatro previstas, dos en las calles de la ciudad. Un final que no dejó de ser feliz ante la inminente Resurrección de Cristo, pero con muchas penalidades por los grandes momentos que el tiempo ha mutilado para el recuerdo y la retina del cofrade.

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