Tres minutos antes de las diez de la mañana, hora en la que estaba prevista la salida de la procesión de la Sagrada Resurrección, la hermandad comunicaba que no saldría a las calles de la ciudad. La noche estuvo protagonizada por las incesantes lluvias y en toda la mañana estuvo lloviendo sistemáticamente. La decisión fue fácil.

La hermandad, muy posiblemente, afrontaba su último año en la Catedral de Jerez. Desde hace meses que esta corporación está buscando sede en cualquier parroquia o convento jerezano. Sin embargo, a pesar de haber estado muy cerca de irse a la parroquia de la Inmaculada, de momento, no ha trascendido nada de su futuro y se seguirá buscando cobijo. Por tanto, debió para ser para los cofrades de la Resurrección un mal trago tener que suspender su estación de penitencia en este año que podría ser el último en el templo de la sede episcopal.

A partir de las once de la mañana, en la Catedral, tenía lugar la celebración pontifical de la Resurrección, presidida por monseñor José Rico Pavés. Era una de las novedades que la hermandad traía: salir a las calles mientras se estaba celebrando la pontifical y volver a la Catedral a las dos de la tarde del día de la Pascua de Resurrección. Tampoco tuvo lugar el estreno sudario especialmente tejido basado en los fanones papales de los talleres valencias de Camilo Miralles y el ángel que acompañará al Señor Resucitado, obra del jerezano imaginero Ángel Arroyo.

Un broche final casi ya esperado por los cofrades  en una Semana Santa que será recordada por lo catastrófica que ha sido en lo puramente meteorológico.