La crónica del Lunes de Feria

¡Qué alegría de poder pasear!

DESPUÉS de un fin de semana asfixiante, el lunes de Feria supuso, para muchos jerezanos, un alivio. El festivo local hizo que la jornada de ayer fuese mucho menos agobiante que el sábado y el domingo en el González Hontoria, al menos porque se podía pasear y deambular de una caseta a otra sin tener que sortear gente ni a los charquitos y pringoteo que suele dejar el camión de riego.

Acompañó también la buena temperatura, pues aunque al sol hacía calor, la brisa que corría, permitía estar a las mil maravillas en cualquier lado.

Con calor o sin calor, con gente o sin gente, la realidad es que el ambiente en el Hontoria fue, un día más, espectacular, y miles de jerezanos y visitantes volvieron a pisar el albero para disfrutar de la tercera jornada de Feria. Paseando por el real lo mismo te encuentras a una pareja de alemanes embobados con los caballos o alguna flamenca guapa, que te cruzas con el grupo de turno que camina acelerado, buscando ese pase que tiene que dar a las seis y al que llegan tarde, porque el anterior se les retrasó. Es el encanto de esta Feria, abierta a todos, sean de donde sean.

Hablando de caballos, ayer se redujo en cierta medida el número de jinetes con respecto al domingo, donde el paseo de caballos fue algo más intenso que el de ayer. No faltaron los coches, con una mejor imagen que años anteriores, aunque todavía habrá que filtrar un poco más a algunos pencos que, desgraciadamente, siguen paseando por el Real.

Un jinete y una amazona, paseando por la Feria. Un jinete y una amazona, paseando por la Feria.

Un jinete y una amazona, paseando por la Feria. / Miguel Ángel González

Eso sí, este año parece que la vestimenta de cocheros y lacayos también luce un poco mejor, y ya no se ven (al menos hasta ahora) a personas deslavazadas con el sombrero y la ropa con tres tallas de más, por poner un ejemplo. Esperemos que se mantenga el listón, porque al fin y al cabo Jerez debe cuidar los detalles.

La variedad es tanta que en cualquier rincón de la Feria se puede disfrutar. Ahora bien, prepárese el bolsillo. Menos mal que, a nivel de cacharritos, hoy martes es el día, porque si no, ya se sabe, el viajito no baja de los 4 euros el más barato, llegándose a los 6 euros los más caros. Será que los precios del gasoil son altos.

El bolsillo hay que llevarlo preparado también si se quiere comer en la Feria, porque la jarra de rebujito oscila entre los 12 o 13 euros de media y la ración de jamón entre los 18 y 25 euros.

Lo curioso es que, al contrario que en ediciones anteriores, cada vez cuesta más encontrar una caseta a la que se pueda acudir sin reservar. Que las habrá, seguro, pero es difícil. Los tiempos han cambiado y la mayoría, como si de establecimientos profesionales de hostelería se tratase, trabajan con reservas. Vamos, que me miraron como un bicho raro cuando pregunté si podía sentarme sin llevar reserva alguna.

Me decía ayer un amigo que había intentado reservar en dos casetas para el viernes y le había sido imposible. Así es. Aquello de ir a libre albedrío por la Feria, cada vez es más complicado.

Es más, muchas de ellas están montadas como verdaderos bares, perdiendo la estética habitual, y sobre todo perdiendo el ángel y los elementos clásicos, de toda la vida, de una caseta. La metamorfosis es tal que ayer hasta encontré a personas dando panfletos a las puertas de algunas, casi como cuando vas a algunas ciudades turísticas españolas. Qué cosas.

¿Y la música? Pocas cosas han cambiado con respecto al año pasado. Desde el Ayuntamiento se ha vendido el lema de recuperar la tradición, pero la realidad es que las casetas discotecas siguen campando a sus anchas sin que nadie ponga coto. Antes, esperaban al menos hasta que caída el sol, pero ahora, a las seis de la tarde ya tienen el chin-pon, chin-pon con un DJ como protagonista e importándoles un pimiento lo que digan.

Sea como fuere, muchas personas repiten año tras año a nuestra Feria, que sigue manteniendo muchos encantos. Ahora bien, hay cosas que se han perdido. Y si no que se lo pregunten a Enrique El Zambo, que se llevó el otro día varias horas buscando una caseta en la que le quitaran la música para poder cantar. Y nada. Bueno, lo hicieron a eso de las cuatro de la madrugada en una de ellas, pero claro, cuando se iba a entonar, llegó la Policía para cerrar a las cinco.

Con la de fiestas que se daban en los Jucales o en aquella caseta de los Manteca en las que a Luis de la Pica, Fernando de la Morena, a El Mono o Periquín les daban las doce de la mañana...Los tiempos cambian, y hoy día es complicadísimo encontrar una de esas fiestas espontáneas en la misma feria.

Es lo que tiene la evolución, para bien y para mal, aunque no por ello debe quitar valía a lo que se puede disfrutar en el González Hontoria. Así que no lo piensen más, que todavía hay Feria para rato.

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