Patrimonio

Estos cristos son la caña

  • Tres en Jerez y uno en Bornos, son piezas con más de 500 años que han sobrevivido a los tiempos

Las coincidencias existen. Gracias a las investigaciones de historiadores como el jerezano Manuel Romero Bejarano, Pablo Francisco Amador Marrero (del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México), Paz Barbero y del propio Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) se sabe de la existencia en la zona de cuatro cristos de caña, tres en Jerez y uno en Bornos, muy especiales y de sus materiales.

Lo que viene a la demostrar la importancia temprana y fundamental de Jerez en la llegada de cristos de caña a España. “Son una mezcla de saberes entre formas de construir escultura ligera europea, con la utilización de materiales de origen prehispánico que se dan de forma temprana en la nueva España, el actual México, debido a la necesidad de contar con imágenes para la evangelización y para focalizar el culto en los templos que se estaban imponiendo”, cuenta Amador, que ha impartido junto a Bejarano una conferencia al respecto en una jornada internacional en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.

En ese contexto, las publicaciones de Romero Bejarano, el conocimiento intrínseco de la restauración que se hizo por parte del IAPH del Cristo de Bornos, como de Paz Barbero en la recuperación del Cristo de la Salud de Santo Domingo de Jerez, “ponen de manifiesto no sólo la llegada temprana de las obras, que son referentes indudables para la historia del arte novohispano, sino también el conocimiento de cómo se estaban haciendo desde mediados del siglo XVI estas esculturas, que sólo tienen vigencia hasta las primeras décadas del siglo XVII”, añade Amador.

Esculturas que se reciben en el entorno jerezano con cierto exotismo por lo americano, pero también con cierta afinidad en el ámbito devocional. Comerciantes, nobles y la relevancia de la fundación de nuevas cofradías a las que están llegando estas piezas, focalizan la devoción jerezana temprana, a lo que se suma la idónea ubicación de Jerez camino de Sevilla.

De esta forma, Jerez conserva los cristos de caña de Santo Domingo, del convento de Madre de Dios y el de las clarisas de calle Barja. El de Madre de Dios es “un hallazgo de Bejarano, que es verdaderamente un cristo que ya tiene, a raíz de un trabajo conjunto de él y mío, un lugar destacado en la historia del arte novohispano porque pone de manifiesto cómo los talleres americanos hacían, siguiendo la misma técnica, imágenes de diferentes formatos según las necesidades”. Concretamente, esta pieza se adscribe a un taller que se denomina ‘de los grandes cristos’, aunque mide poco más de un metro. “Esto nos está diciendo que se hacían obras de dos a más metros hasta uno. Y eso son datos nuevos que hablan de la formas de producir imágenes en la nueva España”.

Cristo del convento Madre de Dios. Cristo del convento Madre de Dios.

Cristo del convento Madre de Dios. / Manuel Aranda (Jerez)

El Cristo de Madre de Dios está intervenido. Son piezas de papel con interior de caña de maíz, de materiales que se podrían considerar endebles pero que al final lo que están demostrando es que han perdurado, que son efectivos. Búsqueda de materiales cuyo objetivo es la ligereza por la forma de procesionar entonces, y es que a mediados del siglo XVI los crucificados los llevaba una sola persona al cinturón.

El Cristo de Santo Domingo es del siglo XVI. Su restauración estuvo a cargo de la jerezana Paz Barbero y patrocinada por el Palacio Domecq. Su importancia radica, no sólo en su antigüedad, sino en la técnica de ejecución, “porque en vez de en madera, está realizado con pasta de caña de maíz. Se conservan muy pocos por la fragilidad del material. Una técnica que empleaban en las Indias para hacer sus ídolos, santos y demás. La adoptaron los franciscanos y dominicos, ya que la veían como algo muy práctico porque es ligera de transportar. A los indígenas se les enseña nuestra imaginería para que aplicaran dicha técnica”, explica Barbero. Así, machacaban la caña del maíz y la aglutinaban con la baba del nopal y hierbas venenosas para que no fuera atacada por insectos.

“Se hacía una pasta, así que lo que tenemos aquí no es una talla sino una escultura modelada”, apunta. Hueca por todo su interior, conserva restos de su policromía original de sus intervenciones a lo largo de la historia.

El Cristo del convento de las clarisas de la calle Barja está repintado, necesitado de una intervención. “Lo excepcional de estos cristos es que se conserven. Son obras que tienen ya más de 500. Y además, como eran de materiales pobres, en cuanto que las hermandades pudieron los cambiaron por cristos mejores, de madera, otro tamaño, ya se inventan los pasos... Esos desaparecieron y lo excepcional es que se conserven tres”. Manuel Romero Bejarano apunta que además de estos cristos había documentado para la hermandad de la Vera Cruz, para las Cinco Llagas y para San Benito.

Respecto al de Bornos, es el cristo de caña más antiguo documentado en España, al que además se le encontraron en su intervención, por parte del IAPH y de Amador, códices que habían sido desechados y que se utilizaban para la realización de este tipo de piezas. El estudio de la obra confirmó que fue adquirida en Jerez, en el año 1553, por los monjes del monasterio jerónimo de Bornos a una persona procedente de las Indias.

Los últimos datos aportados por Manuel Romero Bejarano abren desde Jerez nuevas líneas de investigación en la escultura ligera mexicana, nuevas formas de ver cristos, que llegan a España sin policromar y se pintan aquí. “Sabemos además que no sólo llegan cristos, sino también resucitados. Eso nos abre un panorama para el arte virreinal muy importante y Jerez está dando esos datos. Y ahora que está de moda eso de pedir perdón, qué perdón y qué nada si lo que tenemos que hacer es conocer nuestra historia. Somos los especialistas los que tenemos que escribir la historia y eso es lo que estamos haciendo con Jerez, escribir una historia conjunta. Un patrimonio mexicano en este lado del mundo y el orgullo de Jerez de tener un patrimonio temprano de un país que compartimos bandera tres siglos”.

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