Patrimonio

Santiago podría perder su altar mayor por incumplir un documento de 1906

  • Una escritura de depósito ya advertía de que si el baldaquino no se cuidaba sus dueños lo reclamarían

Imagen del baldaquino de la iglesia de Santiago.

Imagen del baldaquino de la iglesia de Santiago. / Vanesa Lobo (Jerez)

¿Se imaginan la iglesia de Santiago sin su altar mayor, sin el baldaquino? Obra del jerezano José Gallegos Arnosa, se tardó en construir seis años y fue un encargo de Guillermo Garvey Capdepón al ilustre artista jerezano, en 1900. Se realizó en Roma. El coste total del baldaquino fue de 479.032,04 pesetas.

La prensa de la época cuenta que el día “11 de enero del año 1907, en la Iglesia Parroquial del Apóstol Santiago el Real y de Refugio de Jerez de la Frontera, se procede al solemne acto de entrega por parte de don Guillermo Garvey y Capdepón, del baldaquino que lucirá como altar mayor de dicha iglesia parroquial, con la asistencia de Bartolomé Romero Gago, canónigo de la Santa Metropolitana y Patriarcal Iglesia de Sevilla; Antonio Molle Gutiérrez, canónigo de la R. I.I. Colegial de Jerez; Julio González Hontoria, alcalde presidente del Ayuntamiento de nuestra ciudad; el gobernador militar de la plaza, el general Obregón de los Ríos; Miguel Muñoz, notario eclesiástico; Manuel Orellana Hermosín, cura ecónomo de la parroquia, así como representantes de la prensa local, entre otras personalidades civiles militares y eclesiásticas de la época".

Una inscripción sobre mármol reza así: “Donado por D. Guillermo Garvey Capdepón á la buena memoria de sus padres D. Patricio Garvey y Dª María de los Ángeles Capdepón (q. s. g. h.) Enero de 1907”.

Ángeles con las cabezas cortadas y hueco dejado por el sagrario expoliado. Ángeles con las cabezas cortadas y hueco dejado por el sagrario expoliado.

Ángeles con las cabezas cortadas y hueco dejado por el sagrario expoliado. / V. L. (Jerez)

Pues bien, a lo largo de su existencia, y hasta nuestros días, el baldaquino ha sufrido serios deterioros y numerosas agresiones que han ido mutilando la integridad de su conjunto. Por ejemplo, durante los trabajos de restauración de la iglesia en 1964, dirigidos por el arquitecto Francisco Pons Sorolla, desaparecieron de la estatuaria del baldaquino dos piezas de bronce, San Nicolás de Bari y a San Francisco de Asís, respectivamente, y la cruz de bronce de un metro que remata al monumento. Pasados los años, las imágenes fueron devueltas bajo secreto de confesión. La cruz sigue sin aparecer.

En febrero de 2010, el baldaquino es expoliado de nuevo, esta vez la policía recupera 29 piezas de bronce de las 37 que lucía. Aún faltan seis estatuas, la cruz que culmina el monumento y el precioso sagrario de bronce dorado a fuego con puerta de plata maciza en bajo relieve que representa a un redentor rodeado de su corte celestial. Los rumores que corren sobre el paradero del sagrario son para todos los gustos, desde que alguien se lo llevó para protegerlo durante las obras y ‘no lo recuerda’, hasta que ha sido fundido para recuperar la plata, algo, esto último, desastroso.

La barbarie continuaba, y continúa establecida sobre el patrimonio histórico y artístico pues parte de los exquisitos trabajos en mármol, labores góticas como las hojarascas y perfiles están rotos o muy deteriorados, así como preciosos angelitos decapitados y diablitos y animales sin cabezas.

Pero esta situación puede llegar a su fin y el baldaquino pasar a mejores manos que, al menos, lo cuiden como es debido o eviten más expolios. Y es que un documento notarial firmado y sellado en Jerez el día 15 de septiembre de 1906 lo deja bien claro. Dicho legajo es una escritura de depósito sobre el baldaquino instalado en Santiago y que el mencionado Guillermo Garvey Capdepón, como dueño, entrega a Rafael Rodríguez García, cura entonces de esta misma iglesia como depositario.

Documento, bellamente redactado, en el que Guillermo Garvey manifiesta su voluntad de dotar al templo de un monumento que sea una obra de arte donde exponer a la adoración de los fieles el Santísimo de Nuestro Señor Jesucristo Sacramentado, y que se concedería en depósito a la Iglesia de Santiago, dedicado a las necesidades del culto católico “mientras por causas poderosas no se vea necesitado a reclamar devolución”. Un depósito intemporal con una serie de condiciones, y que “por incumplimiento de alguna de ellas cesará dicho deposito constituido y serán inmediatamente restituidos el baldaquino y las obras de arte que lo componen, al otorgante o a sus herederos”, dice el escrito.

Puerta del sagrario, antes de su expolio. Puerta del sagrario, antes de su expolio.

Puerta del sagrario, antes de su expolio.

Una de esas condiciones manifiesta que “… los depositarios estarán obligados no sólo a cuidar de ellas (las obras de arte del baldaquino con todas sus piezas) sino a impedir por todos los medios que en ningún tiempo, por causa de restauración ni otra alguna, se alteren, se supriman alguna de las obras ejecutadas en los mármoles, bronces ni plata, que se depositan, se tiñan o se pinten; impedir en fin que se efectúen modificaciones ni reformas que alteren en lo más mínimo su conjunto, pues es voluntad manifiesta que sean constantemente conservadas como hoy las deposita”. No solo no se cuidan desde hace mucho tiempo sino que ese abandono y descuido ha propiciado su expolio. No se cumplen así las condiciones exigidas por don Guillermo.

Hay que destacar que en el Archivo Histórico Diocesano de Jerez no existen más datos sobre el baldaquino, y el único documento al respecto que obra en poder de la Iglesia es el original de la mencionada escritura de depósito. “La Iglesia tiene muchas obras en depósito, como el baldaquino. No se puede responsabilizar hoy a su párroco (Diego Moreno) de lo que aconteció tiempo atrás. Por aquí ha pasado mucha gente”, apuntan desde el Obispado.

Conocedores, como la Iglesia, de lo que acontece en relación al baldaquino y los expolios sufridos, los herederos contactados de Guillermo Garvey, actuales propietarios del monumento, consideran de “importante gravedad los hechos y la situación”, no sólo por los robos de esculturas y el maltrato y abandono a que ha sido sometida tan relevante obra de arte, sino también por la “falta de respeto y consideración” a la voluntad y memoria de Guillermo Garvey y Capdepón. Es por ello que existe el riesgo de que Santiago se quede sin su hermoso altar mayor, el baldaquino, la obra escultórica neogótica más bella de España, ya que dichos herederos han anunciado su intención de reclamar la obra, tal como consta en el documento de 1906.

Asimismo, la familia de Gallegos Arnosa se plantea denunciar esta situación en Patrimonio y Junta de Andalucía para “hacer cumplir así al pie de la letra las condiciones expresadas por voluntad de Guillermo Garvey mediante la escritura de depósito del baldaquino, y exigir a las autoridades eclesiásticas la devolución inmediata de dicho baldaquino a sus propietario, tal como reza en dicha escritura”.

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