Jerez

De una pieza

  • Un libro y la exposición en Julián Cuadra 'Etiquetas en Piedra' reivindican la anónima labor del grabador y hacen un recorrido por las 275 obras que se conservan hoy

Pura arqueología industrial. Puro arte. Sólo por eso, se merece su sitio en el Museo Arqueológico. Son las piedras que adornaban la fachada de la antigua empresa Jerez Industrial (JISA). La mayoría de ellas 'desaparecieron' y, cuando fueron recuperadas, se entregaron al Museo para su inventariado, limpieza, restauración y catalogación. Piezas, 275, que forman parte del Catálogo de Bienes de Carácter Singular incluido en la Carta Arqueológica de Jerez, que datan de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

Hace unos días se presentó el libro catálogo 'Etiquetas en piedra. Antiguos talleres litográficos del Marco de Jerez' de los arqueólogos municipales, Rosalía González y Laureano Aguilar. Una manera, la escrita, de dejar constancia para el futuro de las personas que trabajaron en estos talleres. Con tal motivo, la exposición 'Etiquetas en Piedra' (que se presentó hace un año) vuelve a estar abierta al público en la sala Julián Cuadra del Museo hasta el 28 de enero, para los que se la perdieron o para los que quieran repetir. "Cuando hicimos el trabajo de catalogación y tal, empezamos a ver el trabajo de sus autores, que desconocíamos por completo. Eran auténticos orfebres. A simple vista apenas se aprecian, pero tienen detalles impresionantes", cuenta Rosalía. Una labor que se merecía un reconocimiento con esta exposición y con su libro-catálogo. "Lo que queríamos era reivindicar ese trabajo, cómo funcionaban las antiguas litografías, la importancia que tuvieron los talleres litográficos en Jerez, que crecieron al amparo y al desarrollo de las bodegas y que alcanzaron fama nacional e internacional. De hecho, llegan encargos de todos los puntos", añade. Hay que destacar que el cartel anunciador de la exposición es una recreación realizada en 1965 por parte de 'Dibujos Mamelón' de un taller litográfico jerezano de 1905.

La muestra se divide en varios bloques en los que se hace una introducción histórica: en Jerez existe constancia, por un documento que se conserva en el Archivo Municipal de nuestra ciudad, del descubrimiento en 1844 de una cantera de piedra litográfica en terrenos municipales situados en la Angostura del Majaceite, lindando con el término municipal de Arcos. Su explotación fue solicitada por José Mur, Fernando Bernadet y Gustavo Steinacher, estos dos últimos ingenieros civiles franceses que por aquellas fechas se encontraban trabajando en la construcción de los puentes colgantes del río San Pedro, en El Puerto, y el de Triana en Sevilla.

Se habla también del proceso de la litografía, que parte de la preparación de la piedra mediante la operación del graneado. Consistía en frotar una piedra sobre otra con abrasivos intermedios de diferente grosor y dureza (arena), para conseguir una superficie plana, uniforme, completamente lisa y bruñida, en la que se pudiera grabar, dibujar o escribir con los materiales apropiados. Dos eran los sistemas empleados para trasladar la figura sobre la piedra: el dibujo y el grabado. Para el dibujo se utilizaban lápices de diferentes durezas: desde muy blandos y grasosos, hasta muy duros con poca grasa. Para el grabado se usaban buriles que efectuaban incisiones poco profundas, finas y precisas. Ya grabada o dibujada la piedra se sometía durante 10 ó 15 minutos a un baño de ácido diluido (acidulación acidulación) compuesto por goma arábiga, ácido nítrico y agua, que fijaba por completo el dibujo, al tiempo que evitaba durante el entintado que las zonas no dibujadas pudieran tomar tinta. Para la operación de entintado la matriz se humedecía con uniformidad y se aplicaba la tinta litográfica de impresión con un rodillo o un tampón, tinta que quedaba solo retenida en las zonas dibujadas previamente. Finalmente se colocaba sobre la superficie un papel humedecido que absorbía los pigmentos grasos y mediante la presión ejercida por una prensa quedaba estampado el original.

Las piedras, debido a su peso, fragilidad y alto coste, se almacenaban colocadas de canto con su numeración en estanterías especiales para grandes pesos. En el caso de la estampación cromolitográfica era necesario hacer tantos dibujos sobre la matriz, con su correspondiente cruz de registro, como tintas se consideraran necesarias para la reproducción. La superposición de colores final es el resultado de estampaciones consecutivas.

Vistas con lupa, se ve la precisión del grabado y lo delicado del trabajo. Este oficio requería, además de formación y experiencia, cualidades innatas para el dibujo, el diseño y la representación gráfica, así como buen pulso, destreza manual y excelente vista por lo que los buenos grabadores eran muy apreciados. Hay imágenes incluso realizadas a base de puntos, como la del Fino 'Navarrito' de Luis Caballero. Para el desarrollo de su trabajo se necesitaba una mesa de gran solidez y de una disposición particular, a fin de que pudiera sostener el peso de las piedras y se evitara cualquier rozamiento sobre la superficie. El grabador apoyaba su mano sobre una tablilla elevada sobre la piedra por medio de dos soportes laterales, ya que el simple contacto de los dedos provoca una mancha que toma tinta en la impresión. Sobre la piedra habitualmente se dibujaba al revés por lo que se solía colocar un espejo móvil para ver al derecho el modelo o el trabajo que se ejecutaba. Cuando los trazos eran finos y muy próximos precisaba usar una lupa o cuentahílos. En toda esta labor el artista no podía tener un solo error ni desliz sobre la piedra, pues los trazos o marcas no se pueden borrar y, en caso de que ocurriera, era preciso comenzar de nuevo toda la figura sobre una nueva superficie virgen. La piedras se reutilizaban tras granearlas y dejarlas como el papel.

Imágenes para etiquetas de diferentes productos, cabeceras de impresos comerciales, tarjetas publicitarias, timbres, pagarés, son algunas de las piedras que se pueden ver en esta muestra. La piedra más antigua es de finales del siglo XIX. Se exponen hasta los años 50 del XX. El periodo republicano está representado con varias matrices en las que muchas de las etiquetas muestran la corona mural y en una, perteneciente a las Bodegas del Valle, aparece la fecha de la proclamación de la II República (14-4-31) sobre la palabra Libertad. Asimismo, se puede ver un sello de garantía del Consejo Regulador Jerez-Xerez-Sherry, constituido en el año 1935. Para los años 40 y 50 se muestra una matriz con el proceso cromolitográfico de la etiqueta 'Brandy Exposición Iberoamericana 1929' de José García Delgado.

Además de los grabadores, que a menudo también cumplían la labor de diseñadores, existía un grupo de artistas que utilizaban las etiquetas como soporte para realizar sus obras. Carlos González Ragel (1899-1969), Manuel Muñoz Cebrián (1910-2001), José Luis Torres (1901-1966), Francisco Hohenleiter de Castro (1899-1968), Pedro Gómez Gómez (1888-1961), Ricardo Marín Llovet (1874-1942) y Manuel Iglesias. "No obstante, la mayor parte de la labor de estos artistas ha quedado en el anonimato y de muchos ni siquiera nos han llegado los nombres. Es por ello que queremos recordar y rendir un pequeño tributo a las personas, tanto dibujantes litógrafos, como creativos, que trabajaron en una de las industrias más importantes e innovadoras de la ciudad: Miguel Barroso, Antonio Navarro, Teodoro Miciano, Justo Lara, José Cobos, Francisco Ortega, así como los miembros del equipo 'Proyectos Gráficos Mamelón' Juan Montes Pina, Manuel del Valle Cortés, Rafael Virués de Segovia, Sebastián Moya, Juan Herrador, Manuel Cervera, Antonio Higuero o Pedro Carabante, entre otros".

Habitualmente, esos grabadores no firmaban, sino que era la propia litografía la que lo hacía: Litografía Jerezana/ Nueva Litografía Jerezana, Litografía M. Hurtado, Litografía Luis Pérez/ Gráficas Andaluzas. El Puerto de Santa María, Jerez Industrial/ S. A. G. (uno de los más importantes grupos empresariales de artes gráficas de toda España), entre otras muchas. Los talleres litográficos de la comarca recibieron encargos desde muy diversos puntos geográficos, aunque lógicamente en su mayoría proceden de Jerez y su entorno inmediato.

La muestra se divide asimismo en zonas geográficas: de dónde vienen los encargos y para quién trabajan estos talleres. Son casi un centenar el número de establecimientos jerezanos (bodegas, almacenistas y/o comerciantes de vinos, fábricas de aguardientes y licores…) documentados, bien por etiquetas completas, en proceso, collarines, imágenes para tarjetas publicitarias, impresos, etc. De la casa Pedro Domecq, muchos de cuyos trabajos fueron realizados en la Litografía Hurtado, de las etiquetas más antiguas están marcas tan longevas como el oloroso 'J. C. W. C.' o el 'Fine champagne Tres Cepas', registradas entre fines del siglo XIX y principios del XX. De la firma González Byass se exponen dos matrices, una corresponde a una letra de cambio y otra a su popular 'Brandy Soberano'. Williams & Humbert está presente con una etiqueta para la exportación a EE.UU. de uno de sus vinos más conocidos, el fino 'Pando'. De A. R. Valdespino, fundada en el último cuarto del siglo XIX y en la actualidad integrada en el grupo Estévez, se exponen placas para sus marcas 'Sin Rival', 'Málaga' y 'Brandy Rañac'. Otras empresas bodegueras, desaparecidas en la actualidad, de las que se pueden ver distintas matrices son Antonio Rodrigo Ruiz y Hermanos, Manuel Fernández y Cía, Agustín Blázquez, Fernández Gao Hermanos, Eduardo Delage, Palomino y Vergara y Celestino Díez de Morales.

En Jerez también se trabajó para el Ayuntamiento con un modelo genérico de timbre para el cobro de las gestiones municipales, en el que aparece el escudo de la ciudad rematado por la corona mural, vigente en época republicana. Laboratorio farmacéutico Lukol, creado en 1919 por Adulfo de Luque, director del Laboratorio Químico Municipal de Jerez, del que se han seleccionado algunos de sus productos más conocidos, como la sal de frutas 'Lukosal' y el purgante de azúcar de plátano 'Lukol'. Banco de Jerez, institución heredera de la antigua banca 'Díez Vergara y Compañía', que tomó este nombre a partir de 1946. En la piedra litográfica expuesta se puede observar, junto a un talón bancario de esta corporación, el logotipo y una imagen del edifico que fue su sede en la calle Caballeros, hoy Fundación Caballero Bonald. También hay piedras de empresas de El Puerto como Osborne, Terry, Luis Caballero, Rives-Destilerías del Guadalete, A. & A. Sancho, Cuvillo y Cía., Viuda de Edmundo Grant, Diego González y Saiz, José Gutiérrez Dosa, Piury & Co... También hay de Sanlúcar, Cádiz, del resto de Andalucía, España y extranjero.

Arte en la fachada de entrada de las modernas instalaciones que Jerez Industrial abrió en la calle Taxdirt, en los años 70 del pasado siglo. Época en que la piedra litográfica es sustituida por los sistemas fotomecánicos. Maestría que se modernizó pero que hoy quiere ser recordada, para que quede grabada, como en piedra, en la memoria del visitante.

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