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Miriam González Durántez | Fundadora de España Mejor

  • Movilizar a la sociedad civil con un espacio de debate sobre los problemas reales aportando propuestas es el objetivo de España Mejor, proyecto que está a dando a conocer por todo el país

“La Transición puso mucho poder en muy pocas manos, las de los partidos”

Miriam González Durántez, durante su visita a Andalucía para dar a conocer el proyecto España Mejor. Miriam González Durántez, durante su visita a Andalucía para dar a conocer el proyecto España Mejor.

Miriam González Durántez, durante su visita a Andalucía para dar a conocer el proyecto España Mejor. / Juan Carlos Vázquez

Escrito por

· Alberto Grimaldi

Subdirector de Diario de Sevilla

La fundadora de España Mejor, Miriam González Durántez (Olmedo, 1968) está dando a conocer su proyecto por todo el país y esta semana estuvo en Andalucía, donde desarrolló una amplia agenda de contactos con instituciones y la sociedad civil.

–¿Qué es España Mejor? ¿Y para qué fundó España Mejor?

–Es un proyecto, una especie de plataforma, para intentar dinamizar a la sociedad civil. Estamos intentando crear un espacio que realmente nunca se ha creado así a nivel global en España. Un sitio para gente que o no quiere ponerse etiquetas políticas o las ha tenido, ya no las quiere o todavía no se ha decidido por tenerlas. Para toda esa gente que tiene talento, vocación de servicio y que quiere contribuir a mejorar las políticas del país. Es un espacio para poder ocuparnos de mejorar las políticas públicas y hacerlo de una manera abierta y participativa.

–La sociedad civil en España es muy reacia a movilizarse. Está muy politizada, por un lado, con mucha polarización actualmente. ¿Qué receptividad ha encontrado a este llamamiento a que la sociedad civil participe más de los asuntos públicos?

–Primero, si me permite, creo que la sociedad civil no está tan polarizada como a veces se la percibe desde el exterior. Creo que a la sociedad civil a veces hay intentos de polarizarla, que es una cosa distinta, pero desde luego mi impresión es que hay un montón de gente, la mayoría, que lo que quiere es poder empezar a centrar el debate político en las soluciones a los problemas reales del país. Nosotros empezamos hace un poquito menos de un año, vamos a hacer el aniversario en mayo y la verdad es que la receptividad no ha podido ser mejor. Tenemos ya más de 1.300 personas involucradas haciendo grupos de trabajo y poniendo sobre la mesa propuestas. Hemos empezado con una pequeña propuesta de jóvenes y ahora sale enseguida una de fiscalidad. Les pedimos a la gente dos horas por mes para hacerlo de una manera muy concreta. No se puede ni imaginar la cantidad de gente que nos dice que por qué dos horas por mes, que ellos lo que quieren es trabajar mucho más que dos horas por mes. Empezamos a hacer cosas con los jóvenes. Hay 11.000 que han participado en la macroencuesta que lanzamos. Les vamos a empezar a organizar ahora, con un grupo más pequeño pero ágil, en hacer propuestas para jóvenes también, porque creo que los jóvenes son los grandes olvidados.

–¿Por eso han empezado por los jóvenes?

–No es necesariamente que hayamos empezado por ellos, lo hemos puesto en paralelo a lo que estamos haciendo. En general hemos puesto un foco sobre ellos y yo creo que es porque son los grandes olvidados y los grandes estereotipados de la política española. Todos sabemos los problemas que a los que se enfrentan los jóvenes. Tenemos un paro juvenil enorme, de los más altos. Muchas veces el más alto y si no el segundo más alto de Europa. Tenemos la edad de emancipación mucho más alta que el resto de los países de Europa. Este tipo de cosas, el abandono escolar, son problemas que sabemos que están ahí y sin embargo no están en la agenda política.

–Ustedes han fijado una serie de áreas sobre las que fijar prioridades, donde están el crecimiento económico o crear una educación competitiva.

–Realmente son temas muy amplios, pero nos parecía que teníamos que elegir temas porque si no es muy fácil como sociedad civil perderse en todas las cosas en las que uno puede querer influenciar o cambiar la agenda. Y hemos intentado ver lo que nos parecía que eran los problemas más cruciales de España. Claramente, ahí estaña la falta de crecimiento propio por parte del país. España tiene que poder crecer de una forma sostenida, sin necesidad de recursos externos. Hay que mejorar la productividad. Todo el mundo lo sabe.

–Es algo que señalan todos los servicios de estudios respecto al mercado de trabajo.

–Exactamente. Pero una de las cosas que a mí me parece que hay que hacer una labor con la sociedad civil es que hay propuestas, ideas o análisis muy buenos, pero o muy fragmentados o que se quedan solamente a nivel intelectual y no logramos enganchar esas ideas en la sociedad. Eso requiere una labor de ponerse a explicarlas, de simplificarlas, de aterrizar las cosas. Ahí es donde estamos nosotros, intentando ocupar ese espacio y en colaboración con todos esos gabinetes, con todas esas organizaciones que ya han hecho un trabajo enorme. Porque no es por falta de entendimiento del problema o porque no haya posibles soluciones, es que no logramos conectarlo todo y ahí hay mucha labor que hay que hacer. Sale ahora dentro de poquito nuestra propuesta de reforma del sistema tributario, que precisamente está orientada para poder crecer todos. No hay que plantear la disyuntiva entre crecimiento o igualdad.

–¿Aboga por simultanearlo?

–Exacto.

–¿Y en Educación, cuál es su propuesta para hacerla competitiva?

–En educación todavía estamos avanzando en los grupos de trabajo. Va a tardar un poquito más que la de que la primera de economía, aunque los grupos de trabajo van a seguir haciendo propuestas en distintos temas. Hay tres áreas en las que hay que incidir. Por una parte, tenemos el abandono escolar. Sabemos lo que hay que hacer, porque simplemente no se ponen los medios suficientes como para poder atajarlo. Aparte de eso, hay dos cosas que ni siquiera hemos empezado a tratar. La primera es flexibilización de los grados universitarios. Cuando miras lo que se están haciendo por parte de otros países, realmente hay muy poca gente dentro de los países avanzados que tengan unos grados tan rígidos como cuando estábamos en el siglo XX. Ya no pasa que yo quiero estudiar esto y dedicarme a esto. Necesitamos la flexibilización para poder sacar a gente que sea mucho más versátil. Esa es una labor que hay que empezar a hacer ahora y sin embargo nadie se atreve a tocar en las universidades. Una segunda cosa que hay que intentar dinamizar enseguida, que es la experiencia práctica para los jóvenes españoles. Los jóvenes españoles tienen que salir de cualquier tipo de formación, no solamente de la formación profesional dual y no solamente del último año de enseñanza universitaria, habiendo tenido experiencia práctica como hacen en otros países. Con algunos países tenemos un retraso de unos ocho, nueve, diez meses. ¿Cómo van esos jóvenes a competir en un mercado global? Aunque al final lo acaben haciendo solos como ocurre todo en España. No debería ser así, el sistema tiene que ayudarles.

–¿La modernización del sistema político que plantean cuál es? ¿Un cambio de la forma de representatividad, de la ley electoral, del sistema de partidos que fija la Constitución?

–Es un campo muy amplio. Tenemos distinta gente trabajando en diversas áreas de muchísimo interés. Yo creo que la transparencia es crucial. Hay algunas partes de España que lo hacen mejor que otras, pero en su conjunto el sistema español sigue siendo todavía muy opaco y hay muy poco control sobre lo que se hace por parte de las instituciones políticas en prácticamente todo, incluso en cómo se gasta el dinero público. Pero también hay que hacer mucho trabajo en ver cómo se puede involucrar a la sociedad más en cómo se van definiendo las políticas. Tenemos absolutamente los instrumentos para poder hacerlo de una manera práctica y sencilla. Como limitar los aforamientos, haciéndolo de una manera efectiva y que pueda ser pragmática. Hay que ver los rangos de soluciones. Yo creo que la ideología es una cosa estupenda de los sistemas políticos y claramente pues para eso están las elecciones, ¿no? Los ciudadanos en un momento determinado eligen una ideología y en otro momento otro.

Miriam González Durántez, el pasado lunes, en Sevilla. Miriam González Durántez, el pasado lunes, en Sevilla.

Miriam González Durántez, el pasado lunes, en Sevilla. / Juan Carlos Vázquez

–¿Pero es viable participar del debate político sin formar parte del sistema de partidos, especialmente con una Constitución que los protege muchísimo?

–Precisamente porque la Constitución está tan orientada hacia los partidos políticos es tan importante intentar abrir este este espacio. Yo siempre digo que en nuestra Constitución falta todo el capítulo de controles y garantías. En la transición se puso mucho poder en muy pocas manos, las manos de los partidos políticos.

–Se hizo con la intención de fortalecer el sistema democrático y que no descarrilara.

–Sin ninguna duda, de las cosas más importantes que ha ocurrido en la historia de España es que los partidos fueran fuertes y el sistema arraigara. Pero eso tenía que haber dado lugar a que después se fuese soltando lastre y fuesen ellos abriendo la mano y poniendo el poder donde realmente tiene que estar, que es en los ciudadanos. Eso no solo no ocurrió, sino que hicieron al revés, cogieron todavía más poder. Yo tiendo a centrarlo en el momento de la primera Ley Orgánica del Poder Judicial, donde copan la elección del Consejo General del Poder Judicial, ponen un montón de aforamientos y a partir de ahí se crea ese efecto de bola de nieve que ha ido dando lugar a que los partidos políticos tengan un peso desorbitado en la en la sociedad española. Precisamente por eso me parece que hay que intentar abrir este espacio. Seguramente si tuviésemos más controles y garantías sería menos importante que la sociedad civil estuviese muy activa. Pero se produce un poco la situación del huevo y la gallina. La sociedad civil no es activa porque los políticos tienen mucho poder, pero claro, tiene que ser activa precisamente para que no tengan tanto poder, ¿no? Ahí es donde estamos intentando ir.

–¿Cuando escucha a la sociedad civil no le animan a que España Mejor se transforme en una organización política y participe del sistema político?

–Acabamos de empezar. O sea que llevamos un año dde participación y a mí me parece que éste es un espacio que tiene que existir sí o sí no. Parte del valor que tiene España Mejor, aparte de esa dinamización de las políticas y que vayan saliendo propuestas para intentar influenciar la agenda política, otra de las cosas buenísimas que se pueden hacer desde la sociedad civil, y eso sí que ocurre también en otros países, es identificar a toda esa gente que le interesa la política, que tiene vocación de servicio público y que no necesariamente lo quieren hacer a cambio de un puesto, que es el gran problema de los partidos políticos. Al final atraes a mucha gente que realmente lo que quiere es hacer una carrera propia. Esa vocación de servicio en algunos es real, pero en algunos otros no lo es. Y me parece que identificar ahí a un grupo de gente de distintas ideologías, o sin ideologías, que que les interese todo esto. Que después puedan ir a los partidos políticos. Tenemos a gente de distintos partidos políticos y, además, súper variados. Y puede haber todavía más que se vayan o integrando o desintegrando. Estamos intentando quitar intermediarios. Sin embargo, en política hemos mantenido unos intermediarios que son casi como los guardianes del territorio, súper rígidos y no se mueven. O sea, hace falta un espacio distinto sí o sí.

–¿En el horizonte que le ve a España Mejor no está convertirse en un partido político?

–España Mejor tiene que ser un proyecto que siga, que continúe con un espacio propio. Y yo creo que puede haber gente en España Mejor que se animen a un partido X o Z, sea existente o nuevo. Todo eso me parece fenomenal, pero ese espacio hay que crearlo y además hay que intentar aglutinar a muchas organizaciones más pequeñas o más sectoriales de la sociedad civil, que están todas demasiado fragmentadas. No buscamos la agenda común. Cuál es la agenda común, pero no en el sentido de que nos ponemos todos de acuerdo en una cosa porque bajamos el común denominador, sino la agenda común de los problemas comunes de todos los españoles.

–¿Qué posición tiene España Mejor respecto a los nacionalismos, sea el español o los periféricos, que viven un choque que condiciona la política nacional?

–España Mejor como tal, no tiene posición. Yo tengo mi posición personal y es que siempre he visto de forma positiva la diversidad de España, que siempre se ve como un problema. En un mundo cada vez más complejo, que en España haya maneras muy distintas de entender cómo ser español a veces puede ser un valor y un activo. Y no lo ponemos suficientemente en valor. Quizá ahora mismo sea difícil entender la dinámica que está ocurriendo con respecto al independentismo y el soberanismo. Ha habido un cambio a nivel internacional. Hubo intentos independentistas o secesionistas que surgieron mucho a raíz de principios de siglo, en un momento económico y social muy complicado. Pero en 2024 eso ha cambiado muchísimo. Lo que está ocurriendo es una aglutinación a nivel internacional. Todos los poderes son gigantescos. Eso es lo que más ve uno cuando trabaja fuera de España. Y realmente el intentar ser cada vez más pequeños, pues no tiene ningún sentido. Por ejemplo, en las elecciones vascas no sé muy bien hasta qué punto esos resultados reflejan el intento soberanista o reflejan una política de proximidad. Si no hay proyectos ilusionantes a nivel nacional que realmente resuelvan los problemas reales de los ciudadanos, el ciudadano a veces tiene una tendencia a irse a lo más cercano, A meterse en tu propia burbuja. Puede haber una confluencia de cosas.

–Si no es un partido, ¿España Mejor puede ser un germen de un intento de reforma constitucional.

–Intentamos hacer más cosas que una reforma constitucional. Realmente lo que estamos intentando es  cómo se puede solucionar una serie de problemas. Y algunos de ellos, pues afectan a la Constitución. Por ejemplo, los aforamientos que afectan la Constitución. Pero otros no. Personalmente, si estuviese llevando el Gobierno, creo que hubiese planteado un trabajo técnico de posible reforma de la Constitución. Claramente hay mucha preocupación sobre en qué momento uno puede adaptar la Constitución o no, Llevamos pues una serie de años considerables. El país ha cambiado mucho y no se ha planteado. Hubo veces en que ha sido por buenas razones, porque había muchos riesgos. Pero hay un planteamiento técnico de cosas que hemos visto en las que hay agujeros, cosas que no estaban muy claras. Al final los padres constituyentes, en cualquier constitución, son seres humanos que en algunas cosas son más claros y en otras no en ese planteamiento técnico. Debería hacerse un estudio párrafo por párrafo para ver qué falta y que no falta. Luego hay una serie de asuntos mucho más políticos, más emocionales, en los que a lo mejor hoy todavía no se puede entrar.

–El 9 de junio hay elecciones europeas. Muchas de las cuestiones que plantea España Mejor quizá las veamos por escrito en los programas, pero luego desaparecen del debate del debate político. ¿Comparte España Mejor que o nos integramos más en el proyecto europeo o peor nos irá en el mundo cuanto más pequeños seamos?

–Primero, si me permite, con respecto a los programas y no sé si realmente los programas de las elecciones europeas van a tener tanto valor o no.

–Los temas que abordan ustedes sí se reflejan.

–Uno de los asuntos que tenemos como propuesta es avanzar en la rendición de cuentas con respecto a los programas políticos. En eso la sociedad civil les deja escaparse a los políticos muy a menudo. O sea que necesitamos empezar a pensar mecanismos para ver exactamente todo lo que han prometido. La Unión Europea está en un momento complicadísimo. A veces desde España no se ve con el realismo que que habría que verlo. Tendemos a tener una dependencia, en muchos casos, económica, porque tenemos inyecciones periódicas. También a veces hay una cierta dependencia intelectual. Hay cosas que sabemos que hay que hacer, pero a veces se abordan si nos lo dicen desde Europa. Parte de lo que tenemos que entender desde España es que a Europa hay que ir a aportar, liderando en lo que se pueda liderar y teniendo las ideas que haya que tener. Yo solamente me limito a constatar que, de los problemas más grandes que hay ahora mismo en Europa, uno de ellos es el crecimiento propio y la mejora de la productividad. Hay todo un debate en Alemania, en Holanda, en Italia. Tenemos a dos italianos específicamente dedicados a esto desde fuera de la Comisión, a ver cómo se puede dinamizar el mercado interior. El mercado interior es la joya de la corona. Sin mercado interior no funciona nada.  Y no veo yo en el debate político español mucha discusión sobre qué hay que hacer para dinamizar el mercado interior europeo, qué hay que hacer para poder quitar todas las barreras.

–Al revés. Lo fraccionamos en 17 partes, con leyes y leyes autonómicas.

-Exacto, exacto. Es justo eso.

–¿Entonces podemos decir que España es claramente europeísta?

–Completamente. Realmente España es por lo general europeísta. Y esa frase de que Europa es la solución, pues creo que la tenemos muy integrada. Ahora no se puede ser descuidado con Europa y no podemos pensar que Europa está ahí solamente para solucionarnos a nosotros los problemas. En Europa hay que aportar. Hay que aportar crecimiento. No puede ser algo extractivo solamente para nosotros y hay que aportar ideas y hay que aportar liderazgo. Y eso en España se hace muy poquitas veces.

–Muchísimos profesionales señalan que no se dedicarían nunca al servicio público por lo desprestigiado que está en España. ¿Tienen alguna propuesta para cambiarlo? Porque antes me pareció que lo esbozaba, porque la política se ha convertido en un sistema de partidos endogámico, del que mucha gente hace su modo de vida y del pretende vivir con con ese modo de vida 30 o 40 años.

–Efectivamente, creo que uno de los problemas que hemos tenido es que se ha profesionalizado la política y que se acerca muchísima gente a los partidos políticos simplemente para tener carrera. Y no sería muy mala cosa si es una carrera adicional, pero en algunos casos es porque no pueden hacer carrera en otro sitio.

–¿Y eso no es sublimar la mediocridad?

–Claramente, en política por lo general hay gente estupenda. Hay muchísima gente que vale muchísimo y que además tiene vocación de servicio público. También hay muchísima gente que responde, efectivamente, a un nivel de mediocridad que se marca desde arriba. Como es una estructura tan piramidal, pues va disminuyendo. No se pueden hacer generalizaciones. Hay que encontrar otra opción para que esa vocación de servicio pueda tener salida. Es mi esperanza. A todo el mundo que veo y que me dice: “Oh, la política, esto es un desastre”, les respondo que si no participas pueden pasar hechos como los que han ocurrido durante nuestra vida. Para mí, el año 2016, por ejemplo, fue un momento clave. Cuando en Estados Unidos de repente sale [Donald] Trump, o en el Reino Unido, y yo estaba ahí en ese momento, sale el Brexit. Son cosas cambian completamente la historia. La tuya, la de tus hijos, la de tu familia. No puede ser que no estés involucrado. Lo que estamos intentando hacer es quitar la excusa. Si la excusa son los partidos políticos. Porque es verdad que es demasiado difícil a veces entrar en los partidos políticos y poder tener influencia real. Y hay mucha gente que no está dispuesta a pagar ese canon que se han inventado ellos realmente, porque no tenía que ser así. Los partidos españoles son súper cerrados en comparación con los de otros países. Este espacio nace para que no haya excusa para no involucrarse y no colaborar.

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